jueves, 13 de diciembre de 2007

LA FIESTA

Esa noche iba a ser muy difícil de olvidar. Habían pasado tres años desde que se dejaron de ver y para él todo ese tiempo había sido muy confuso.

Tal vez no recuerden como se conocieron. Claudia estaba de vacaciones en Trujillo, porque tenía un departamento que su viejo había puesto a su nombre, y quería aprovechar ese verano para sacarle el máximo provecho antes de alquilarlo y ahorrar todo lo posible para de una vez por todas conocer París.

Él estaba en Trujillo por unos días. Había ido a visitar a sus viejos amigos, a los amigos de toda la vida que vivían ahí hacía ya varios años. Nunca supo porque estaba tan nervioso esa noche antes de salir. Su celular sonó. - "Aló!, si amor estoy bien, no te preocupes" - Al otro lado del teléfono, pero a una distancia más lejana de la que sonaba esa fría conversación estaba sentada en su cama Paula, su única enamorada. No llegues muy tarde, y no estés mirando a ninguna mujer, le dijo medio en broma, sabiendo que él era el mejor hombre que había conocido. Amor tú sabes que jamás haría nada que te pueda lastimar, sólo voy a tomar un par de cervezas y regreso a la casa, lo único que él quería era cortar el celular para encontrarse con sus amigos, que le habían prometido para esa noche, la última en Trujillo, exceso de alcohol y un poco de hierba.

Las 10 de la noche, y sólo faltaba que llegue Juanito. Mientras lo esperaban en uno de los tantos parques de la ciudad, decidieron animarse con un ron. Sabían que tenían que aprovechar todo el tiempo posible, porque la noche es muy ingrata y cuando estás en lo mejor se acaba, y con ella se van muchas ilusiones postmodernas, que jamás regresarán, al menos no una noche como aquella.

Estaba decidido, esa noche mientras esperaban a Juan para disfrutar de su última noche trujillana, se dio cuenta que jamás había hecho nada malo, nunca había engañado a su enamorada. No es que le hayan faltado oportunidades, sólo que no lo había hecho porque no se quería sentir mal sabiendo que luego le tendría que contar la verdad y sentirse una mierda por haberle sacado la vuelta. Al ver que el celular no paraba de timbrar, y al imaginar la voz de Paula preguntándole si habían muchas mujeres en la fiesta, y que cuidadito esté mirando a otras, decidió apagar ese aparato de mierda y tres copas después, también decidió que esa noche la iba a engañar, lo que venga después se verá después, pero hoy me tiro a alguien, pensó.

La fiesta no estaba muy buena, pero la gente seguía llegando. El negro les presentó a la dueña del cumpleaños, una gordita simpaticona. Se le cruzó por la cabeza darle un regalo especial a la cumpleañera, pero lo pensó bien y recién llegaba, tampoco era para tirarse a la primera chica que le presenten.

Media hora después no había encontrado a la chica especial, y el alcohol ya estaba haciéndose más amigo de su cuerpo. Conoció a dos mujeres que estudiaban Derecho, pero se la pasaron hablando de los increíbles descuentos que había en Saga el fin de semana pasado. Las odió porque no habían leído a Mariátegui. "Perras de mierda" balbuceó cuando se fue en busca de más alcohol que lo salve de las frívolas futuras abogadas del Perú.

Estaba emborrachándose rápidamente, esa exquisita sensación de la embriaguez en la que se sentía feliz y con tantas ganas de hacer todo, pero sobre todo de conversar. ¿Era el alcohol?, donde había estado esta mujer toda la noche, sabía que era ella. Ella estaba conversando con un imbécil sentados en un sofá de la gran sala convertida en pista de baile para la ocasión. No lo pensó y fue directo a ella. - ¿Bailas? - le dijo mirándola a los ojos, ella miró muy aburrida a su acompañante y dijo Sí, y tres segundos más tarde soltó un pequeño "gracias por sacarme a ese baboso de encima", que se perdió con el altoparlante.

Bailaron toda la noche, se quería morir al darse cuenta de lo parecidos que eran. A ella le gustaba el helado de chocolate, había llorado leyendo a Bryce, y no pudo ocultar la envidia que sentía por Wong Kar Wai. En ese instante él pudo entender el significado de muchas cosas. Quiso que esa fiesta dure para siempre, pero como nada en el mundo es como uno quiere, la fiesta terminó antes de lo previsto porque la cumpleañera acabó vomitando toda la cocina, y salió gritando histérica gritándoles perras a todas sus amigas. Pobre gordita, seguro alguna de sus amigas le había quitado al enamorado. Él no supo que hacer en ese momento en el que todos abandonaban la casa, acompañó a Claudia a su casa. No vivía muy lejos de ahí, así que fueron caminando. Quiso darle un beso, pero sabía que la iba a cagar, llegaron a su puerta, se miraron, y en vez de besarla le preguntó si podía buscarla al día siguiente. Regresó solo, caminó mucho pensando mucho…deseó acordarse de esa noche para siempre.

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