Claudia salió de su casa aparentemente tranquila. “Si ese huevón quiere eso, a la mierda con todo” – pensó mientras se dirigía en busca de un teléfono para ubicar a su nuevo amigo, con el que había salido la noche anterior.
Esa misma noche salió a bailar, y al día siguiente fue a almorzar con su nuevo compañero de juergas. Según consejo de su madre, Claudia tenía que conocer a más hombres, mientras más mejor, y ver cual le convenía, - mejor que ese bueno para nada te esté dejando, nunca te podrá dar nada de lo que te mereces, y con esa pinta que tiene – le dijo su madre minutos antes de que ella empiece su nueva vida, llena de cosas tan absurdas como extrañas, pero tal vez eso fue lo que Claudia siempre deseó.
Un mes lleno de salidas nocturnas sin que su madre no le diga nada, tenía tres pretendientes a los que les daba todas las expectativas del mundo sobre un futuro juntos. Pero Claudia no podía entender porque cada vez que se acostaba con uno de ellos, siempre tenía en la mente a él.
Fueron muchas las veces que se acordó de él, pero siempre desistió de llamarlo y seguir viviendo esas noches “intensas” y vacías que sólo lograban que cada día se acuerde más de él.
Una de esas noches, Claudia decidió escoger entre los tres pretendientes que cada día se ilusionaban más con ella. Esa noche al llegar a su casa vio su foto en la mesa de noche, se acordó del día que él se la tomó y del día que se la regaló. Para él había sido la foto más bonita que había tomado en su vida, el sauce llorón que estaba atrás de ella reflejaba en ese momento su estado de ánimo.
Esa noche, Claudia deseó que el galán que había escogido fuera un poquito como él.
Esa misma noche salió a bailar, y al día siguiente fue a almorzar con su nuevo compañero de juergas. Según consejo de su madre, Claudia tenía que conocer a más hombres, mientras más mejor, y ver cual le convenía, - mejor que ese bueno para nada te esté dejando, nunca te podrá dar nada de lo que te mereces, y con esa pinta que tiene – le dijo su madre minutos antes de que ella empiece su nueva vida, llena de cosas tan absurdas como extrañas, pero tal vez eso fue lo que Claudia siempre deseó.
Un mes lleno de salidas nocturnas sin que su madre no le diga nada, tenía tres pretendientes a los que les daba todas las expectativas del mundo sobre un futuro juntos. Pero Claudia no podía entender porque cada vez que se acostaba con uno de ellos, siempre tenía en la mente a él.
Fueron muchas las veces que se acordó de él, pero siempre desistió de llamarlo y seguir viviendo esas noches “intensas” y vacías que sólo lograban que cada día se acuerde más de él.
Una de esas noches, Claudia decidió escoger entre los tres pretendientes que cada día se ilusionaban más con ella. Esa noche al llegar a su casa vio su foto en la mesa de noche, se acordó del día que él se la tomó y del día que se la regaló. Para él había sido la foto más bonita que había tomado en su vida, el sauce llorón que estaba atrás de ella reflejaba en ese momento su estado de ánimo.
Esa noche, Claudia deseó que el galán que había escogido fuera un poquito como él.
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